lunes, 24 de diciembre de 2012

Felices fiestas y una colaboración especial

     Hoy es Nochebuena y tengo la suerte de poder pasarla con la mayoría de mi familia. Por desgracia, mis primos Jose y David y mis tíos Sefa y Jose no van a poder pasarla con nosotros este año, por lo que les mando desde aquí un beso enorme y les dedico esta entrada especialmente a ellos para que su noche sea tan dulce como la nuestra.

     La entrada de hoy es muy especial. No traigo fotos, sino una colaboración gastroaudiovisual para desearos unas felices fiestas. Hice unas galletas de jengibre deliciosas y muy fáciles siguiendo esta receta de pepa cooks: http://pepacooks.com/2010/12/receta-de-galletas-de-jengibre-gingerbread-cookies/

     Llamé a la fotógrafa oficial de Lara's Cupcakerie y la dejé sola en mi cocina con mis galletas y su cámara. Al volver unos minutos después me la encontré creando lo que pasaría a ser esta felicitación navideña que os dejo a continuación.



     Espero que os haya gustado porque lo hemos hecho con mucho cariño y le hemos dedicado mucho tiempo. Bueno, en realidad yo sólo hice las galletas, todo el trabajo audiovisual lo ha hecho Zahara, del blog Sólo fue suerte, que encontraréis en mi pestaña de favoritos. 
     He de confesar que el final del vídeo es culpa mía, porque me pareció demasiado disney-estereotípico lo del señor galleto rescatando a la señora galleta y tuve que intervenir en el final de la historia para poder desearos una triple efe:

¡¡¡FELICES Y FEMINISTAS FIESTAS!!!

jueves, 20 de diciembre de 2012

Tarta jardín

¡¡Hola!!

     Hoy vengo con una entrada que no le va absolutamente nada a estas fechas. Yo tenía pensado algo super navideño, como unos cupcakes de turrón o una tarta cubierta de alegres renos. Pero no ha podido ser. Por motivos de trabajo estoy otra vez viviendo en un hotel y claro, no tengo ni horno ni encimera ni fondant ni nada. Por no tener, no tengo ni un triste trocito de turrón que llevarme a la boca.
     Sin embargo, este pequeño contratiempo no me va a impedir que siga publicando en el blog, ya que aún guardo bajo la manga muchas cositas que no os enseñado. Es decir, que me toca tirar de archivo.

     Hoy os voy a enseñar una tarta que hice hace unos meses. El bizcocho era de vainilla bañado en almíbar de baileys y estaba rellena de buttercream de moka. La cubrí de fondant y todas las decoraciones las hice con fondant también. Es un camino bordeado de macetas que me recuerda a las escaleras que suben a casa de mi madre.


     Mi madre tiene un don con las plantas que yo por desgracia no he heredado. Es increíble ver todas las plantas de las que se ocupa y ver cómo no sólo no se le mueren, sino que cada día están más bonitas y más lustrosas. Al atardecer sale al jardín ataviada con sus zuecos amarillos de plástico blandito y su manguera y allá que va, regando a todo bicho viviente que se encuentre (incluido el pobre perro como ose cruzarse en su camino).


     Yo soy todo lo contrario a ella. Me encantan las plantas pero, planta que toco, planta que muere. Es alucinante. He tenido todo tipo de plantas y nunca ha habido manera. Algunas aguantaban unos días para, de repente, empezar a pocharse y morir trágicamente. Otras lo hacían sin miramientos, era ponerlas en casa y morirse sin más, como de un ataque repentino. Otras eran más discretas, y más crueles también, porque vivían aparentemente felices durante dos o tres meses y justo cuando te encariñabas con ellas... ¡zaca! Abandonaban su vida terrenal y de paso a mí también.
    
     Mi madre pensó que yo debía empezar por lo más sencillo y luego ir avanzando, así que me regaló la típica planta fea que hay que regar una vez a la semana. Evidentemente murió. Mi madre, no satisfecha con haber llevado a una planta fea a una muerte segura, me trajo un cactus. El cactus parecía haber sido una buena elección, hasta que semanas después emprendió su último viaje. Mi madre, atónita, pensó que ese pobre cactus habría llegado ya enfermo a mis manos (ilusa).  Un día se presentó en mi casa con otro cactus que, evidentemente, cogió el mismo vuelo que su predecesor.


     Ante semejante panorama, mi madre, persistente como es ella (porque yo soy cabezota, pero ella no, ella es persistente) decidió que el asunto (yo) requería de medidas desesperadas. Recuerdo su cara de satisfacción al saberse vencedora cuando puso en mis manos un precioso plato rojo metalizado sobre el que reposaba algo que parecía haber sido un repollo en el Pleistoceno. Según ella, era una planta VIVA y sin tierra que no tenía ni que regar, sólo tenía que rociarla con un spray de agua una vez cada tres o cuatro días. Para que os hagáis una idea, si un cactus es una planta "para dummies", esta planta era un cactus "para dummies". Y horrenda. A ver, tenía su punto, porque tenía un color grisáceo y unas hojas como tentáculos que le daban un aire alienígena muy molón. Pero bonita, lo que se dice bonita, no era. 
    
      Como seguro que esperábais...murió. Pero no murió en vano, porque logró que mi madre dejase de regalarme plantas destinadas a morir jóvenes. Aunque no consiguió que dejase de regalarme zapatillas de ir por casa, pero ésa es otra historia...



    Sé que esta entrada no es nada navideña, y tampoco lo serán las siguientes, pero no por eso me despido sin desearos... ¡¡¡Felices fiestas a tod@s!!! Espero que no os regalen muchas plantas :)


martes, 11 de diciembre de 2012

Y estas navidades...¡Red Velvet Cupcakes!

¡Buenos días!

     Después de unas semanitas fuera de Madrid vuelvo con las pilas a tope con una receta típicamente americana que se ha convertido en una de mis favoritas: los cupcakes de Red Velvet. Para l@s que no sepáis qué son, os diré que su nombre significa literalmente "terciopelo rojo" y se debe a su color rojo intenso y su textura suave y aterciopelada. En cuanto a su sabor, son una mezcla entre vainilla y chocolate. A l@s entusiastas de la vainilla les parece que el chocolate oscurece demasiado el sabor de la vainilla, y a l@s amantes del chocolate les parece que ¡no tiene suficiente chocolate! Y es cierto, porque es un sabor muy suave, que realmente no sabe ni a vainilla ni a chocolate aunque ambos pueden identificarse.
     Tras la explicación del bizcocho de Red Velvet, sólo me queda contaros que es tradicional acompañarlo de cream cheese icing, que creo que ya os he comentado que es básicamente un buttercream tradicional al que se le añade queso de untar tipo Philadelphia.




     También hay quien prefiere acompañarlo con buttercream de vainilla, de fresa o de cualquier otro sabor. Yo personalmente adoro el cream cheese icing y creo que queda fenomenal con el suave sabor del red velvet y que el color blanco del icing crea un contraste precioso con el rojo intenso del bizcocho.


     Las recetas de Red Velvet que encontraréis en libros y páginas de internet suelen coincidir todas en que se utiliza buttermilk que es algo así como "suero de leche". Yo tengo que reconocer que he sido incapaz de localizarlo en Madrid, a pesar de que he leído en muchos foros que se encuentra en las tiendas Lidl. Yo he ido a varias de estas tiendas y nunca lo he encontrado. Esta receta siempre la he hecho con lo que dicen que es el mejor sustituto del buttermilk, que es leche cortada con vinagre o limón. Queda muy bien, pero no podría deciros si queda igual que con el buttermilk porque nunca lo he probado. 


     Otra constante en estas recetas es el colorante rojo, para poder darle ese color tan característico al bizcocho. Yo he probado con varios y creo que el que más color da sin tener que usar el bote entero es el Red Extra de Sugarflair. 
      Respecto a la receta, tras probar varias, me quedo con la de Alma de Objetivo Cupcake Perfecto. Pero con ésta en concreto que lleva aceite en lugar de mantequilla. En general, prefiero las recetas con aceite que con mantequilla, sobre todo en invierno porque conseguir en mi cocina una mantequilla a temperatura ambiente es casi imposible por el frío que hace. Además, me gusta más la textura que da el aceite a la que da la mantequilla, me parece que quedan más esponjosas y más ligeras. Utilizando como base la receta de Alma, suelo poner un poco más de vainilla de lo que dice ella y como un cuarto de cucharada más de cacao. Además sustituyo el aceite de oliva por aceite de girasol. 
     Os animo a que probéis a hacer esta receta porque es muy sencilla y resulta muy vistosa. Sin duda triunfaréis en estas fiestas con estos colores tan navideños. Podéis llevarlas a casa de vuestros amigos y familiares como regalo, servirlas de postre o para acompañar al café y dar una alternativa a los siempre socorridos turrones y polvorones. Ya me contaréis si probáis a hacerlas.

¡Saludos!