domingo, 24 de febrero de 2013

¡Por fin macarons!... más o menos.

¡Hola!

     Vengo a contaros una buena noticia... a medias. En la entrada anterior os conté que estaba tramando algo. Pues bien, lo que estaba haciendo era reunir fuerzas para enfrentarme de nuevo a... ¡¡¡los macarons!!! Sí, esos deliciosos dulces franceses que parece ser que le salen perfectamente a aproximadamente el 80% de la población. Yo pertenezco al otro 20%, por si no había quedado claro.
     Hace aproximadamente 8 meses que intenté hacer macarons por primera vez en mi vida. El resultado fue tan desastroso (no pude ni hornear la masa, para que os hagáis una idea) que he tardado todo este tiempo en volver a intentarlo.
     Estos días que he estado de vacaciones me he propuesto conseguirlo. La primera tanda no tenía pie, lo cual me decepcionó pero a la vez me hizo seguir adelante con más ahínco. La receta que usé fue la de Alma de Objetivo: Cupcake perfecto. Y estoy convencida de que a ella le funcionó estupendamente. A mí no. No sé si quizás tuvo algo que ver que estaba en Valencia y la humedad pudo afectar. No sé, la cuestión es que la descarté.
     Mi segunda hornada fue con la receta que viene en la cajita del set de macarons de Lekué. Y vaya si cambió la cosa. Mis macarons tenían pie y se despegaban sin problemas del tapete de silicona y del papel de hornear. Tenían un aspecto formidable, así que los rellené de ganache de chocolate negro y aquí os los traigo.


     Muy aparentes, ¿verdad? Pues no os dejéis engañar por la vista, parecían buenos, pero no lo eran. La primera hornada estaba demasiado hecha, por lo que se quedaron secos y perdieron todo el encanto del macaron que al morderlo te encuentras con una capa crujiente rellena de una masa suave y blandita. Vamos, que estaban duros. De forma se acercaban bastante a lo que esperamos de un macaron, pero la textura era terrible.


     Pero, como soy cabezona y me sobraba masa, hice una segunda hornada. Y bueno, la verdad es que mejoraron bastante. Quedaron hechos pero sin pasarse, aunque un poco huecos. Seguían sin tener la consistencia adecuada. Además los rellené el mismo día y se pegaban un poco en los dientes. Después pude averiguar que eso sucede si están recientes. El día siguiente la verdad es que estaban mejor, casi perfectos, si no hubiese sido porque estaban un poco huecos por dentro, aunque no del todo.


     Total, que no estoy para nada conforme con los resultados. Sí que es verdad que la última tanda fue bastante aceptable, pero no consigo la perfección "macaronil" que busco. Lo cierto es que estoy aún en ello. Esta mañana he estado en un curso estupendo en Decake que impartía Berna de Ilusiona Cakes. He salido del curso encantada con todo lo que nos ha enseñado. A ver si puedo enseñaros pronto algunas fotillos. Era un curso de peluquería en azúcar, en el que hemos aprendido a hacer cuatro peinados distintos para nuestras figuras modeladas. Me ha parecido muy práctico e interesante. Es muy recomendable, hacédlo si tenéis la oportunidad porque no os defraudará.


     Después del curso he seguido con mi obsesión "macaronil", dispuesta a volver a intentarlo con una nueva receta. Desde que empecé hace unos días con la primera tanda, estuve leyendo el blog de Webos Fritos, concretamente este post para tratar de entender cuáles eran mis errores. Y hoy, en mi último intento (de momento) de conseguir unos macarons BUENOS, he decidido probar con la receta de Webos Fritos, que me parecía lo más coherente, no sé por qué no lo hice antes. La verdad es que me he emocionado cuando, a los 7 minutos o menos de horneado, mis macarons ya tenían un pie divino. Lo malo ha sido al intentar despegarlos una vez enfriados... ¡no estaban hechos! Por suerte tenía una segunda tanda, que creo que ha quedado mucho mejor, pero quiero esperar a mañana para rellernarlos y darlos a probar terminados.




     Espero poder traeros buenas noticias en mi próximo post, ya os contaré qué tal me ha ido.
   
     Disfrutad de lo que queda de fin de semana, yo espero poder exprimir al máximo estos últimos dos días que me quedan de vacaciones. Hoy he comprado en Decake (por fin) una bandeja y unas cápsulas para minicupcakes... no descarto estrenarla en breve.

     Feliz domingo a tod@s  :)



Lara

martes, 19 de febrero de 2013

Cupcakes con botones

¡Hola!

     Hoy os traigo fotos de unos cupcakes de los que ya os hablé en otra entrada, así que no me explayaré con la receta porque ya os la he contado. Son cupcakes de caramelos de toffee. Sólo me quedó comentaros que los caramelos los compré en el Lidl. Os lo digo porque la última vez que estuve en Valencia intenté hacerlos y fue bastante complicado encontrarlos. Aunque estoy segura de que en cualquier sitio en el que vendan chuches los tendrán. Tenéis que recordar que los caramelos han de ser los de toffee blanditos, no valen los tipo Solano o Werther's.

     Una vez tengáis los caramelos, sólo hay que quitarles el papel y meterlos en un cazo con leche evaporada (leche Ideal, aunque es más barata la de la marca de Lidl). Lo ponemos a fuego medio y removemos bien hasta que se mezcle todo. Para hacer esta salsa no os puedo indicar las cantidades exactas porque siempre la hago a ojo, pero lo más fiable (y placentero) es ir probando e ir añadiendo más caramelos al gusto. Observaréis que la salsa va cogiendo un color marrón más intenso conforme le vayáis echando más caramelos. Sabréis que está lista cuando al probarla aparezcan en vuestra mente imágenes de arpas, ángeles, arcángeles, nubes y querubines sonrosados.

     Os estaréis preguntando por qué os repito la misma receta. La explicación es muy sencilla: he hecho otra vez cupcakes de caramelos pero las he decorado con botones de fondant y quería enseñároslos. Aquí os los muestro en unas fotos geniales de Zahara de Sólo fue suerte.


     El plato de los tres señores comiendo tarta es de una tiendecita (cuyo nombre no recuerdo) en Williamsburg (Virginia) que me volvía loca. Era una tiendecita pequeña en la que tenían todo tipo de cosas cuquis y de cosas de gatos, pero ya ni siquiera sé si seguirá abierta, así que no puedo deciros dónde encontrarlo, ¡lo siento!


     Los botones y la aguja son de fondant. Los hice la noche anterior para que se secara la "pintura" de la aguja y se endureciese el fondant. Los botones morados los teñí con colorante en pasta Grape Violet de Sugarflair y los verdes con Spruce Green también de Sugarflair. Para la aguja mezclé colorante en polvo plateado (no recuerdo la marca ahora mismo y no lo tengo a mano, ya os lo diré) con unas gotitas de vodka, lo suficiente para que adquiera una cosistencia con la que se pueda pintar. El alcohol (en este caso el vodka) se evaporará y la aguja quedará así. Esta misma técnica se puede usar con cualquier otro colorante en polvo y utilizando alcohol alimentario o cualquier bebida alcohólica transparente.


     Para hacer los botones grandes utilicé un cortador de galletas con forma de botón. Para hacer los botones medianos y pequeños usé cortadores de círculo de distintos tamaños y para hacer los agujeros una esteca de modelar. 
     La aguja la modelé a mano pero, como veréis, no tiene mucha dificultad: hacemos un cono muy alargado, afinamos la punta más fina y en el extremo grueso, con una esteca, hacemos un agujero que vamos agrandando. La aplanamos un poco y luego pintamos y dejamos secar.


     Y eso es todo, una decoración muy sencilla que podemos hacer en unos minutos. Los cupcakes de caramelo son deliciosos, pero la verdad es que no son aptos para gente poco golosa. Son estupendos para niños o para gente muy golosa, pero si tenéis invitados que son "más de salado" os aseguro que les resultarán empalagosos. Para ese tipo de amistades, os recomiendo mejor que probéis con un carrot cake o con unos cupcakes de calabaza, ya que los bizcochos especiados con cremas de queso son menos dulces y empalagan menos. 


     Espero que os haya gustado esta idea de decoración, volveré prontito por aquí para contaros lo que estoy tramando estos días de vacaciones. ¡Un saludo! 

Lara

Canción del día:

     
   

viernes, 15 de febrero de 2013

No es un adiós...

¡Hola!
     Para aquell@s que no me conozcan, trabajo en una tienda de ropa. Os lo cuento porque viene al caso con la tarta que os voy a enseñar hoy. Llevaba casi 4 años trabajando en la misma tienda, y el viernes pasado fue mi último día. Sigo trabajando para la misma empresa, pero me han mandado a otra tienda. Estoy muy contenta con el cambio porque es una tienda más grande y más céntrica (en plena Gran Vía madrileña) y el aire fresco siempre viene bien para oxigenarse. Sin embargo, voy a echar de menos a mis compis. Después de tanto tiempo de vernos las caras a diario, y después de algunas cervecitas tras los cierres, es inevitable cogerse cariño. Me voy habiendo aprendido mucho de cada un@ de mis compañer@s, tanto los que llevan conmigo desde el principio, como los que llevan unos meses con nosotros. Son tod@s gente estupenda, cada un@ diferente, y toda esa diversidad nos hace crecer a tod@s.
     Me llevo muchos recuerdos buenos y bonitos y por supuesto alguno amargo, pero son pocos y creo que de ellos también he aprendido, posiblemente más que de los buenos. Sé que este tipo de cosas siempre se dice en las despedidas y puede sonar un poco falso o demasiado típico, pero es que es cierto. Las despedidas tienen esa cosa de hacernos recordar las cosas buenas y pasar un poco por alto las no tan buenas.
     Y para despedirme de mis compis dejándoles un buen sabor de boca pensé en llevarles una tartita. Tuve poco tiempo para hacerla, por lo que los acabados no son muy espectaculares, pero la hice con todo mi cariño y creo que la disfutaron, que al final es lo importante.



     La tarta era sencilla, de bizcocho de chocolate relleno de ganache de chocolate blanco y mermelada de melocotón. El bizcocho lo empapé en almíbar de melocotón (con un poco de whisky al melocotón). Lo malo es que no puedo deciros si estaba buena o no porque no pude probarla ya que ¡¡estoy a dieta!! ¡¡horror!! Me han dicho que quedó muy buena, pero yo no os lo puedo asegurar porque no la caté. Tendré que fiarme de la palabra de l@s demás.


     Mi proceso a la hora de hacer tartas dura tres días normalmente. Un día hago el bizcocho, al siguiente lo relleno y al tercero monto y decoro la tarta. Esto es porque el bizcocho suelta menos migas y queda más compacto si lo dejamos que se asiente durante un día, así luego es más fácil trabajar con él. El segundo día lo relleno y lo meto en la nevera, para que el relleno se asiente también y tenga la consistencia adecuada a la hora de cubrir la tarta. Intento siempre que puedo hacer cuantas más cosas pueda de la decoración un día antes de ponerme a decorar, pero la verdad es que no siempre es posible.


     Si son figuritas modeladas sí que es bueno que reposen y se endurezcan un poco, pero por ejemplo los volantes de esta tarta tuve que hacerlos en el momento porque si se secan no se puede trabajar con ellos ya que se vuelven quebradizos.


     Por si alguien le interesa, el cake stand de cristal de las fotos es de Ikea y no fue muy caro, creo que costó alrededor de 16€. Tiene además una tapa también de cristal de estas redondas con una bolita arriba para asirla. No sé si se aprecia bien en las fotos, pero la base tiene un relieve floral muy discreto.


     Pues hasta aquí la entrada de hoy, que va dedicada por supuesto a tod@s mis compis de Velázquez. Os echaré mucho de menos, espero que nos veamos pronto. Además, ya sabéis, cambios constantes, tarde o temprano volveremos a encontrarnos. Esto no es un adiós, es un hasta-más-ver.

     Feliz fin de semana a tod@s, hoy empìezan mis VACACIONES ¡yuju! Sólo es una semanita, pero las vacaciones siempre son bienvenidas.

¡Un abrazo!



domingo, 3 de febrero de 2013

Carrot cake y cupcakes de café

Mucha gente me pregunta cómo se hacen las tartas con fondant o los cupcakes decorados, y normalmente no se deciden a hacerlos porque se requieren demasiados utensilios e ingredientes que pueden resultar caros o difíciles de encontrar. Por eso, hoy os traigo dos ejemplos de dulces deliciosos que podemos hacer con pocas herramientas y con ingredientes cotidianos. Las fotos esta vez no son para  tirar cohetes porque las hice yo con mi tablet, pero me sirven para que veáis los resultados.
     Son unos cupcakes de café y un carrot cake (tarta de zanahoria) que hice en casa de mi madre en Valencia donde las herramientas más modernas que tenía eran la bandeja para cupcakes y una manga pastelera.


      Para hacer los cupcakes utilicé la misma receta que os conté en el post anterior de cupcakes de fresa, pero sustituí el aroma de fresa por Nescafé disuelto en la leche (no corté la leche con limón, sólo le eché dos cucharadas de Nescafé). Después hice un cream cheese icing con Nescafé y un chorrito de Baileys.



     Para el bizcocho del carrot cake utilicé la receta que más me gusta, que he conseguido a base de probar varias y modificarlas. Lo único que hice distinto esta vez fue utilizar melocotón en lugar de manzana porque no tenía manzanas.


     Me acordé de que mi madre tenía botes de melocotón en conserva sin azúcar y probé... y el resultado fue más que aceptable. Sigue gustándome más con manzana, pero el melocotón es una buena alternativa. Otra variación que he probado es sustituir un tercio o la mitad de la manzana por coco rallado, y también me gusta, pero queda un poco menos jugoso. Os dejo la receta.

Bizcocho de 22cm de diámetro

270g de harina
220ml de aceite de oliva suave
240g de azúcar
4 huevos
15 nueces troceadas
1 cucharadita de jengibre
2 cucharaditas de canela
350g de zanahorias
300g de manzana
1 cucharadita de levadura
2 cucharaditas de bicarbonato

     Precalentamos el horno a 180ºC con el calor sólo por abajo y sin ventilador

     Tamizamos la harina con la levadura, el bicarbonato y las especias en un bol y reservamos. Rallamos la zanahoria y la manzana y reservamos. Pelamos y troceamos las nueces y reservamos.

     Batimos los huevos con el azúcar y el aceite hasta que la mezcla aclare. Añadimos la harina a la mezcla y batimos.
     Añadimos la zanahoria y la manzana y mezclamos con la espátula, sin batir. Por último añadimos las nueces. Vertemos la mezcla en un molde previamente encamisado y horneamos.

     Tardará como una hora en hacerse, pero lo ideal es pinchar con un palillo pasados los primeros 45 minutos y comprobar cada cinco minutos hasta que esté hecho.


     Para este bizcocho es ideal rellenar y cubrir con cream cheese icing, que es lo que usé en esta tarta. Las letras las hice con ganache de chocolate y una boquilla fina con la manga pastelera.


     ¡¡Estaba buenísima!! Os recomiendo que la hagáis porque es una receta sencilla y riquísima. Aunque le gustará tanto a todo el mundo...¡que tendréis que repetirla!!


     ¡Feliz principio de semana a tod@s!